La casa

La casa está distribuida en dos plantas.
En la planta baja encontramos las zonas comunes. El cuerpo central del alojamiento lo forma la sala de estar/comedor con una gran mesa de comedor, zona de sofás con televisor y chimenea. Se trata de un espacio abierto que se comunica con la cocina, totalmente equipada, y una barra que, conservando la estructura original de la casa, nos permite agilizar las comidas para las que no queramos sentarnos a la mesa para comer, pero sí sentarse cómodamente.
Un baño común y la terraza en el mismo nivel nos acaban de proporcionar las posibilidades de disfrutar del espacio y la buena temperatura en determinadas épocas del año.
La escalera nos llevará a la primera planta.
Todas las ventanas de la casa están equipadas con mosquiteras.

La Cocina

Un poco de historia

Desde finales del siglo XVIII, la familia Balañà de Figuerola del Camp fue comprando pequeñas parcelas de tierra a la partida de Plana de Cabra del Camp. Cuando la hacienda ya había adquirido un tamaño significativo, en el año 1812 Isidre Balañà compró 15 jornales más de tierra en esta zona al pie de la montaña de Guixera (la Voltorera) con una masía. Esta es la masía del Mas del Traça (o Mas Traces).

Estamos en plena Guerra de la Independencia, con la constitución de las Cortes de Cádiz (La Pepa) recién promulgada. Una vez expulsadas las tropas francesas de Cataluña, muchos de los hombres reclutados por el ejército y aún armados se unieron en grandes grupos y se convirtieron en bandoleros. Más tarde, con el inicio de les Guerras Carlistas, estos bandoleros se incorporaron a uno y otro bando.
Esto hizo que la primera mitad del siglo XIX en esta zona fuese una época de una inseguridad extrema. Si no eran los ejércitos, eran los bandoleros los que diezmaban las tierras y atacaban los pueblos. Los problemas para desplazarse desde Figuerola hasta Cabra por el peligro que el trayecto comportaba hicieron que en agosto de 1840 Anton Balañà (hijo de Isidre Balañà) acordase con Jaume Rovira de Montagut que este último se hiciese cargo de las tierras del Mas del Traça como masovero. Se convirtió así en el primer masovero de la masía. Se reconstruyó entonces la masía, muy afectada por las continuas guerras, y se adquirieron unas huertas adyacentes, con las que la masía, ya con agua, podía ser autosuficiente. En ese momento, los cultivos que se realizaban eran el trigo, la avellana y la viña.

Desde este momento y hasta finales del siglo XX siempre se mantuvo la función de casa de campo, pero, al abandonar la vivienda, quedó en ruinas unos años más tarde. No obstante, en ningún momento se dejó de cultivar la tierra y, en la actualidad, sigue siendo una explotación agrícola que produce cebada y almendras.

El Mas del Traça sigue siendo propiedad en la actualidad de la familia Balañà; en el año 2012, coincidiendo con el 200º aniversario de la compra, se rehabilitó íntegramente, y se ofrece a todo aquel que desee disfrutar de una agradable estancia.